viernes, 30 de abril de 2021

El Rincón, un nacimiento inesperado. Segunda entrega

 




Al paso entre las piedras y el agua corriendo y golpeteando entre ellas, el dolor sorprendió a Mere antes de llegar al Rincón, Alberto preocupado y apresurado trató de auxiliarla, pero así entre las piedras y el agua que corría, Mere dejó caer de entre sus piernas a la pequeña que llevó tantas semanas en su vientre.

 

Apenas un costal y un par de trapos sirvieron para arroparla y amortiguarla un poco, y Alberto en su desesperación en sus brazos llevó a sus dos mujeres lo más rápido que pudo a su pequeño hogar. Ahí estaban sus dos pequeños, que con asombro recibieron a su madre recién parida y completamente pálida, su padre también palidecía de preocupación quizá, de saber que allá en aquel rancho olvidado de los hombres llegaba a su vida un nuevo ser.

 

Qué linda criatura, nacida entre el agua y las piedras, con la piel rosada, con ojos borrados que asoman apenas el color de la miel y el musgo, ¡Qué llanto tan fuerte!, ¡Qué apetito tiene! ahora se sabe porque la prisa por nacer, si se moría de hambre la condenada. No fue difícil elegirle nombre, entre la fe y las costumbres, el nombre de una mujer presuntamente santa, es el que llevamos muchas, Guadalupe, así se llamará la pequeña inoportuna.

 

La vida en el rincón, es una vida sencilla, Mere se levanta todos los días antes de que salga el sol y empieza a preparar desayuno para Alberto y sus hijos, una vez listo, lo envuelve en una servilleta de cuadrille bordada finamente por sus propias y expertas manos, adornada alrededor con un tejido de ganchillo, ahí coloca un par de gordas de maíz, un buen pedazo de cuajada;  de la leche de sus propias vacas, con sabor a leche bronca que deja escurrir un poco el suero entre las tortillas calientitas, acomoda un pedazo de carne de venado y un chilito con tomatillos que adereza la carne. Todo perfectamente envuelto va a manos de Alberto que está listo para salir en su caballo a trabajar la tierra.

 

Lina y Lorenzo tienen ya 10 y 5 años, ya le ayudan a Mere a alimentar a su par de vaquitas y a los marranos, las gallinas corren detrás de Lorenzo y el después las corretea parece que juegan a los encantados entre él y las gallinas. Lina más seria ya asume su papel de hermana mayor y ayuda a Mere en todo, ya sus manitas delgadas tienen la fuerza suficiente para ordeñar las vacas y llenar los trastes con leche fresca y espumosa; ya sabe encender la estufa de leña y poner a hervir un poco de leche para el uso de la familia y el resto lo prepara para cuajadas, queso y jocoque.

 

Ya entrada la mañana, cuando el sol está calientito con agua tibia Mere le da un baño a Lupita: como se parece a Alberto, tiene ojos color de miel con destellos verdes y la piel apiñonada como la de su padre, entre sonrisas y balbuceos, con los cariños de su mamá y sus hermanos se baña todos los días ya su cabello empieza a crecer y ponerse un poquito rizado apenas quebrado como las ondas del riachuelo.

sábado, 3 de abril de 2021

El Rincón, primera entrega



En el pasado ya les he contado sobre Otaez, Durango., lugar en el que nació mi mamá y que hoy en día sigue siendo un sitio donde poco a ultrajado la tecnología. 

Bueno, mi abuelita Mere, la mamá de mi mamá vivía en un ranchito que se llamaba el rincón, este rancho es "cercano" a la pequeña ciudad de Otaez y lo pongo entre comillas, porque para acceder al Rincón es necesario aún tomar algunas brechas en las que solo se puede llegar caminando o a caballo.

El Rincón, tiene dos casitas, una que era de mis abuelos y la otra de una tía abuela y su esposo; no había mucha diferencia de edad entre las dos hermanas y así es o era la vida en los pueblos, ambas empezaron su vida de pareja muy jóvenes. En este ranchito ahora mismo en 2021 no hay electricidad, la vida sigue siendo exactamente igual que cuando mi abuela era una joven madre por allá en el año 1950. 

Me gustaba mucho escucharla platicar sobre como era vivir en ese sitio, todo lo que hacían; decía mi abuelita que mi abuelo sabía cazar con honda (La honda es una de las armas más antiguas de la humanidad. Consiste básicamente en dos cuerdas o correas en cuyos extremos se sujeta un receptáculo flexible desde el que se dispara un proyectil.) En ocasiones cazaba jabalíes o venados, tenían tierras en las que cultivaban los granos necesarios para vivir y para comercializar cuando podían ir a Otaez; tenían algunas vacas que les daban leche, con la que hacían mantequilla, jocoque, crema y queso; además de las gallinas de rigor para tener huevos y un buen caldo de gallina cuando era posible. 




Contaba mi abuelita Mere, que las casitas estaban muy cerca a un arroyo, del que emanaba agua muy limpia y cristalina; decía que era agua de manatial, sumamente pura y fresca, que podía beberse sin ningún temor y que ahí lavaban la ropa mientras el agua corría; por cierto, con el jabón que ellas mismas fabricaban con huesos, cebos, lejía y otros menjurges; recuerdo a mi abuela, a mi tía y a todas las mujeres de la familia con la cara muy limpia y el cabello largo y sedoso, gracias a toda una vida utilizando sus propios productos.

Había en todas ellas un gesto de seriedad y timidez, pero también una belleza innegable, todas ellas tenían el rostro adornado con facciones finas y delicadas, enormes ojos verde brillante y dientes aperlados y perfectos, que solamente dejaban asomar tímidamente entre pequeñas sonrisas; era muy linda mi abuela...