¡Qué tal mis muy queridos
lectores!
Esta vez, para cerrar la semana de los santos
muertos, he decidido hablar de algo distinto a mis acostumbrados libros.
Como algunos de ustedes sabrán, durante mi infancia
viví en Morelos, en Cuernavaca para ser más precisos. En esta bonita localidad
conocí una forma distinta de "festejar" el día de muertos: a través
del Festival Miquiztli.
He de decir que poco recuerdo de la misma, tomando
en consideración que contaba con menos de seis años cuando yo vivía allá, sin
embargo recuerdo que más allá de las ceremonias propias se realizaba una
"procesión" para todos los muertos, como realizando un recorrido
acompañándolos a Mictlán. El nombre de este festival se toma del Dios Azteca de
la Muerte.
Aunado a las visitas a los panteones, en los
lugares públicos, así como centros de trabajo, escuelas y casas, se colocan las
tradicionales ofrendas o altares. Se dice que sus antecedentes simbólicos se
encuentran en las imágenes de los rostros descarnados y las figuras cadavéricas
de algunas deidades aztecas como Mictlantecuhtl (señor de las profundidades de
la tierra donde moran los muertos) y su esposa Mictecacihuatl, la Coatlicue (la
vieja madre de todos), así como el mismo Miquiztli.
Actualmente el Festival Miquixtli, Festividad
Indígena y Popular de Muertos se realiza
en el estado de Morelos con diversas actividades para los asistentes. En este
sentido, a mi parecer se ha tomado un sentido distinto a lo que se acostumbraba
con anterioridad en los pueblos de Morelos, dando lugar a un festejo quizás más
llamativo para todo tipo de público, probablemente con un impacto mayor.
Cortesía de Sabs
Cortesía de Sabs
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