Hace varios años que conocí a Bendetti y digo conocí porque aunque jamás lo vi, sus letras plasmadas en libros y poemas me cautivaron; su manera sencilla de escribir, su pasión y hasta picardía fina me encanta.
Alguna vez uun hombre que me amó y al que también amaba, me regaló el libro LA TREGUA, es un pequeño libro de sencilla lectura, está escrito en forma de diario y su protagonista es Martín Santomé.
Martín es un hombre viudo de casi 50 años, que cuenta los días para empezar con su retiro, el tiene tres hijos con los que se comunica muy poco y cada uno de ellos vive su propia vida y problemática. Un día llega a la oficina a trabajar una chica de 24 años cuyo nombre es Laura Avellaneda "Avellaneda" la describe como una chica nada fuera de lo normal, no es una preciosura pero es pasable cuando sonríe poco después empieza a notar que es una chica inteligente y que trabaja muy bien, además de que tiene muy buenas piernas.
Entre los escritos de Santomé dice que no le gustan los domingos, que le parecen aburridos y teme que cuando se jubile todos los días serán domingo, por lo que razona que si decidiera suicidarse también lo haría ese día.
Alguna vez Santomé sueña a Avellaneda y es un sueño donde ella no opone resistencia cuando el la posee... El quisiera hablar con ella y en algún momento se da cuenta que ella ha terminado con su novio y está triste. El empiza a buscarla de manera que se de un encuentro casual y de ahí empieza un romance entre ellos sin compromisos ni ataduras.
Sin embargo el renta un departamento para ella y ahí tienen la oportunidad de estar juntos, de hablar y de hacerse el amor. Tanta cercanía y todo el amor que se daban uno al otro orilla a Santomé a franquearse con Dios y a pedirle que su relación con Avellaneda no termine, después de sentirse seco y hasta cuestionar la existencia de Dios, ahora siente que el pecho le ha crecido al estar al lado de Avellaneda.
En algún momento Avellaneda enferma y deja de ir a trabajar, Santomé no sabe nada de ella y escribe: “Dios mío, Dios mío, Dios mío”
Deja de escribir varios meses su diario y finalmente cuando lo retoma, reflexiona sobre Avellaneda quien falleció víctima de un ataque cardíaco. Antes de irse de la oficina por motivo de su jubilación, Santomé encuentra en sus cajones una identificación de Laura Avellaneda y la pone en su bolsillo, sintiéndose muy infeliz y razonando que toda su vida sintió la falta de Dios en ella, pero hoy, hoy la que falta es Avellaneda.
Espero que no les haya parecido tedioso leer mi reseña, confieso que he llorado la muerte de Laura y la soledad de Martín. Me pongo a pensar en mi padre y mi madre, en como la muerte divide a quienes se aman y como será sobrevivir sin vivir. se respira, se camina, se habla, se come, se duerme, pero yo no sé si se pueda vivir sin esa parte de uno mismo/a.
LIBRO EN PDF
LIBRO EN PDF
No hay comentarios:
Publicar un comentario